🌞 Volver al sol: por qué la luz solar es esencial para sanar

Publicado el 30 de junio de 2025, 16:56

Siempre he sentido una conexión profunda con el sol ☀️. Hace años que dejé de temerle, que abandoné el uso de protectores solares convencionales y aprendí a recibir su luz de forma consciente y natural. Sabía que el sol era vida, y ya formaba parte de mi día a día mucho antes de enfermar.

Pero durante el proceso de enfermedad, cuando estuve ingresada en el hospital 🏥 y atravesando los tratamientos, me vi obligada a pasar largas horas entre paredes, bajo luces artificiales 💡, sin apenas contacto con la luz natural. El cuerpo lo sentía. No solo por fuera, también por dentro. Había algo en mí que necesitaba desesperadamente reconectar con esa fuente de energía vital ⚡️.

Por eso, cada fin de semana que volvía a casa y descansaba de tratamientos, lo único que pedía era que me llevaran a la playa 🏖️. Aunque apenas pudiera estar un rato y me sintiera débil, me descalzaba, caminaba sobre la arena y me ponía al sol. Ese breve contacto con la luz y la tierra era mi medicina 🌿. Me recargaba. Era como si todas mis células despertaran, como si algo profundo se alineara otra vez ✨.

Cuando finalicé los tratamientos, una de las primeras cosas que recuperé fue mi ritual solar ☀️. Comencé a tomar el sol cada día, no solo como un hábito, sino como una práctica terapéutica y espiritual. Y descubrí algo más: no todos los momentos del sol son iguales. El espectro de luz cambia a lo largo del día, y cada fase tiene una función específica, una frecuencia distinta, beneficios únicos.


🌅 La luz solar a lo largo del día: una medicina completa

A lo largo del día, la composición espectral de la luz solar cambia, y con ello, sus efectos sobre el cuerpo y la mente:

🌄 Amanecer (rayos infrarrojos + luz azul suave)

Al salir el sol predominan los rayos infrarrojos cercanos (IR-A) y una luz azul tenue. Estos rayos activan nuestras mitocondrias, ayudando a la producción de energía celular (ATP). La luz azul de baja intensidad estimula el despertar del cuerpo, sincroniza el ritmo circadiano y regula la secreción de cortisol y melatonina.
Beneficio: ayuda a dormir mejor por la noche, regula el sistema hormonal y mejora la energía.

Exponerse al sol en la primera hora del día es como decirle al cuerpo: “es hora de vivir” 🌞

☀️ Mediodía (rayos UVB + máxima producción de vitamina D)

Cuando el sol está más alto, recibimos más rayos UVB, responsables de activar la síntesis de vitamina D en la piel.

En esos momentos durante mi tratamiento, yo tenía la vitamina D baja —una consecuencia del sangrado y del propio proceso tumoral, que consume muchos recursos del cuerpo—.

Una vitamina D alta es fundamental para atravesar un proceso oncológico, y una de mis prioridades fue subirla cuanto más mejor. Actualmente ya la tengo en valores más altos, pero sigo trabajando para mantenerla en niveles óptimos porque es esencial para:

  • Fortalecer el sistema inmunológico, ayudando a detectar y eliminar células dañadas o cancerígenas 🛡️

  • Controlar la inflamación, que puede favorecer la progresión tumoral 🔥

  • Favorecer la absorción de calcio y la salud ósea, muy importante durante tratamientos agresivos 💪

  • Regular la proliferación celular y promover la reparación del ADN, clave para evitar mutaciones malignas 🧬

  • Mejorar la función muscular y el bienestar general, vital para la recuperación física y emocional 😊

Sin exposición al sol directo en estas horas (sin filtros), no podemos producir suficiente vitamina D, por mucho que suplementemos

🌇 Atardecer (luz naranja-rojiza, infrarrojos + relajación del sistema)

La luz se vuelve más cálida: aumentan los rayos infrarrojos y desaparecen los UVB. Esta luz promueve la relajación del sistema nervioso, la reparación celular y la preparación para el descanso nocturno 🌙. Ayuda a reducir el estrés oxidativo y activa la producción de melatonina, regulando el sueño.

La luz del atardecer nos prepara para soltar, descansar y regenerar. 🌅


📚 Respaldo científico

"Como siempre, te comparto referencias científicas para que puedas comprobar por ti mismo/a que nada de lo que digo es solo una opinión, sino que está respaldado por evidencia."

  • El Dr. Jack Kruse, experto en fotobiología, explica cómo diferentes espectros de luz solar activan mecanismos clave para la salud mitocondrial y el equilibrio hormonal:
    https://www.jackkruse.com

  • Estudio publicado en Journal of Investigative Dermatology (2016) muestra que la exposición controlada a rayos UVB mejora significativamente los niveles de vitamina D y reduce marcadores inflamatorios:
    https://www.medicaljournals.se/acta/content/html/10.2340/00015555-2269

  • El Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) explica cómo la luz regula los ritmos circadianos y la producción de melatonina:
    https://espanol.nichd.nih.gov/salud/temas/sleep/informacion/circadianos

  • Wikipedia sobre la melanopsina, fotorreceptores que regulan el ciclo circadiano:
    https://es.wikipedia.org/wiki/Melanopsina


🌿 Cómo tomar el sol de forma saludable (y sin miedo)

Es muy importante aclarar algo: tomar el sol no significa tumbarse a tostarse a lo loco ni quemarse. Exponerse al sol de forma consciente no tiene nada que ver con esa idea de “achicharrarse en la playa”. La salud está en el equilibrio, y en el caso del sol, ese equilibrio se construye con tiempo, respeto y escucha corporal.

Durante mi proceso, fui recuperando poco a poco mi exposición solar. Empecé con breves momentos al amanecer, en la playa, descalza, mientras mi cuerpo aún estaba débil. Poco a poco, fui notando cómo podía sostener más tiempo al sol, sin dañarme, sin quemarme. Fui desarrollando lo que se conoce como callo solar.


🧬 El callo solar: defensa natural acumulada

El callo solar es el proceso por el cual nuestra piel, con exposiciones regulares y progresivas, fortalece sus defensas naturales.

Carlos Stro, en su libro Super Vivir (junto a su hermano Ricardo), fue el primer libro que compré cuando recibí el diagnóstico 🎗️ y decidí coger las riendas de mi salud. Te confieso que me voló la cabeza 💥.

Carlos empezó a investigar la salud —pero de verdad, la salud integral y natural— después de vivir una tragedia personal: su novia murió muy rápido de un cáncer de ovarios. Esa historia resonó mucho conmigo, porque justo yo estaba enfrentando un cáncer de cuello uterino (cérvix). Sentí una conexión profunda con su búsqueda y compromiso ❤️.

Además, una anécdota que me pareció señal ✨: pedí el libro por internet y por error me llegaron dos ejemplares. Para mí, fue un mensaje claro, “toma dos tazas, el camino es por aquí” ☕☕.

Este libro no solo habla del sol. Habla de alimentación 🥗, de luz azul 📱, de grounding 🌍, del descanso 😴 y del estrés 💆, todo respaldo científico serio y sin tonterías ni dogmas. Para mí fue como encender una luz en la oscuridad, una guía que ayudó a reconectar con mi biología profunda y a entender que sanar no es solo tratamiento, sino volver a lo natural 🌿.

Gracias a este callo solar, actualmente yo puedo estar muchas horas al sol sin quemarme. Hace una semana, por ejemplo, estuve de fin de semana en Vigo. Hizo más calor que aquí y un sol de justicia todos los días, estuvimos todo el día fuera: playa, islas Cíes, caminatas… Sin crema, sin filtros, simplemente escuchando mi cuerpo, buscando sombra en los momentos más intensos, y usando gorra cuando lo sentí necesario. No me quemé ni un poquito. ¿Por qué? Porque mi piel ya sabe protegerme. Porque tengo callo solar.


🧴 Crema solar, químicos y mito de la protección

Las cremas convencionales ocultan una verdad incómoda:

  • Contienen químicos disruptores endocrinos, tóxicos para nuestro equilibrio hormonal ⚠️.

  • Bloquean por completo la acción beneficiosa del sol: impiden la síntesis natural de vitamina D y alteran la relación natural cuerpo-luz.

La protección real no viene de un bote, sino de un cuerpo fortalecido por la exposición consciente.


😎 Gafas de sol: ¿protección o barrera?

No solo la piel tiene que reconectar con el sol: los ojos también 👀. En nuestra retina hay unos fotorreceptores llamados ipRGCs (células ganglionares intrínsecamente fotosensibles), que contienen melanopsina. Son esenciales para regular nuestros ritmos circadianos, marcar el día y la noche, y activar adecuadamente la secreción de melatonina.

Usar gafas solares de forma constante significa bloquear esa señal vital, y con ello alterar el sueño, el ánimo y el equilibrio hormonal. Por eso, es recomendable dejar que la luz natural llegue a nuestros ojos (sin forzar la mirada), sobre todo en las primeras y últimas horas del día.


🌞 Reglas prácticas para retomar una relación sana con el sol

  1. Empieza con exposición gradual: 5–10 minutos al amanecer y al atardecer, y luego añade tiempo en el mediodía.

  2. Prescinde de cremas químicas y gafas en la rutina diaria. Usa sombra o gorra cuando lo necesites 🧢.

  3. Escucha a tu cuerpo: si sientes calor excesivo, busca sombra.

  4. Sé constante: la protección natural se logra con hábito.

  5. Evita quemarte: cualquier quemadura es señal de daño, no progreso ❌🔥.

  6. Deja que tus ojos vean el sol: son tus receptores internos de información luminosa.


📚 Lecturas recomendadas


✨ Invitación personal

El sol no es solo una estrella que ilumina nuestro planeta. Es un regalo ancestral que nutre nuestra biología, que impulsa la vida y la salud 🌍☀️. En un mundo lleno de luces artificiales, cremas químicas y miedo, volver al sol es una forma de volver a casa 🏡.

Si estás en un proceso de sanación o simplemente buscas reconectar contigo mismo/a y con la naturaleza, te invito a que empieces hoy, con pequeños pasos. Sal a la luz, sin miedo, sin prisas, con respeto y cariño 💛. Escucha tu piel, tus ojos, tu cuerpo. Deja que la luz te abrace y te devuelva la energía que mereces ✨.

Si quieres, comparte aquí abajo tu experiencia con el sol, tus dudas o lo que te ha ayudado a reconectar. Juntas podemos aprender y crecer 🌿💬.

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios